Persiguiendo la inspiración de Hoosiers
Las victorias deportivas generan leyendas alrededor de sus protagonistas. En cada pequeña población o en cada gran ciudad los mayores recitan los nombres de los héroes que tiempo atrás lograron la proeza de proclamarse campeones contra pronóstico en un final apretado de una competición regional o nacional, desafiando la lógica, o que se impusieron a su histórico rival ante la mirada de cientos de aficionados. La gesta perdura en el tiempo transmitiéndose de padres a hijos, de generación en generación.
Dichas hazañas no acostumbran a traspasar los límites de los lugares donde se produjeron salvo que se trate de encuentros internacionalmente televisados. Si viajamos a una zona rural del estado de Indiana en los años 50 en un mundo no globalizado, una heroicidad de ese tipo, por importante que fuera, no debería recordarse muchos kilómetros más allá de la ciudad donde sucedió. Pero en unas ocasiones el azar y en otras la importancia de la victoria, permite que superen las barreras para alcanzar la popularidad mundial de las formas más insospechadas. Es lo que ocurrió con el llamado «Milagro de Milan».
Retrocedamos a 1954 hacia el sureste del estado de Indiana a un pequeño instituto de la ciudad de Milan. Contra todo pronóstico este instituto en el que apenas habían matriculados 161 alumnos, se alzó con el título de mejor escuela de secundaria de todo el estado.
La llegada del nuevo entrenador Marvin Wood supuso una revolución en la forma de jugar pero con el paso de las semanas las victorias se iban sucediendo hasta alcanzar el campeonato local. Los pupilos de Wood seguían invencibles hasta vencer también en el clasificatorio regional por primera vez en la historia de la escuela y meterse así de lleno en el torneo semiestatal en que lograrían el pase para la final a cuatro. En semifinales fueron derrotados por los Bears del South Bend Central High School pero la proeza ya tenía tintes considerables. Nunca una escuela tan pequeña había llegado tan lejos.
La temporada siguiente con cuatro jugadores de la anterior campaña el equipo de Milan partía con unas expectativas mucho mayores. Se impuso sin problemas en la competición local y en la de la sección, e hizo lo mismo en el torneo regional de Rushville siendo campeón por segunda vez en la historia de la escuela. En el llamado torneo semiestatal tampoco defraudaron a sus seguidores y como hicieran la campaña anterior se metieron entre los mejores cuatro equipos del estado de Indiana. Con la lección aprendida vencieron sin problemas al prestigioso Terre Haute Gerstmeyer logrando así alcanzar la final ante el gran favorito Muncie Central en la que se proclamaron campeones gracias a una canasta en el último segundo de Bobby Plumb.
Esta gesta, que cualquier aficionado al basket en Indiana conoce, se puede recordar a través de los numerosos documentos y objetos que se exponen en el Indiana Basket Hall of Fame e inspiró, más de 30 años después, la película ‘Hoosiers’, en la que el «Milan High School» fue rebautizado como «Hickory High School», y Bobby Plumb como Jimmy Chitwood.
Siguiendo los pasos de la historia nos dirigimos a Knightstown en busca del histórico «Hoosier gym» donde se filmó buena parte de la película que recibió dos nominaciones a los Oscar. Actualmente es un museo con vida, una instalación cuidada con cariño que ha tratado de conservar la esencia de aquel momento, pero que está al servicio de la comunidad donde niños y niñas del condado juegan a baloncesto cada fin de semana. No somos los primeros ni los últimos en visitar el gimnasio, «gente de todo el mundo ha venido a visitarlo» afirma orgulloso un sexagenario que con pasión nos ofrece llevarnos a los vestuarios donde se grabaron las primeras charlas del técnico en el inicio de la película.
Hoosiers ha conseguido que la canasta de Bobby Plumb y la gesta de los chicos del Instituto de Milan sea conocida en todo el mundo. El cine ha sido capaz de convertir casi en lugar de culto un enclave en el que en la vida real no sucedió nada. El hoosier gym por muy mágico y acogedor que sea no es más ( y no es poco) que el gimnasio donde se grabó una película que reproduce -aunque no exactamente como sucedió- una de las mayores proezas deportivas que ha dado el baloncesto al estado de Indiana.
Y es que el baloncesto e Indiana tienen una relación muy especial. Tan especial como el lugar donde acabamos cenando tras visitar el Indiana Basket Hall of Fame y el Hoosier Gym. Nuestro día finalizó en «Plums last shot» el bar de Bobby Plumb, el autor de la canasta ganadora en la historia real. Hoosiers quizás no refleje con fidelidad el “Milagro de Milan” pero durante años ha servido de inspiración a equipos modestos de todo el mundo demostrando que tanto en el baloncesto como en la vida con trabajo y esfuerzo -y una pizca de suerte- todo es posible.
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Todo esto no habría sido posible sin la desinteresada colaboración de Jay Snyder, un profesor de educación especial de un colegio de Indiana que pese a ser un fanático del soccer (sí, también hay enamorados de nuestro fútbol en EEUU) nos descubrió la historia y cogió su coche para hacernos de guía durante todo el día. Apreciate it Jay!