Okha High School, entrenando hasta la extenuación
No. Japón no es precisamente una potencia mundial en el baloncesto. En los últimos campeonatos asiáticos no han logrado buenos resultados y su presencia en Juegos Olímpicos y Campeonatos del Mundo es testimonial. Aunque Chicho Terremoto nos hiciese pensar lo contrario, el baloncesto no es un deporte extendido en el país nipón, que sin embargo sí sigue el béisbol con devoción, un deporte mucho más adaptado a la fisonomía de sus habitantes. No ocurre lo mismo con el baloncesto femenino. En 2013 la selección japonesa femenina se proclamó campeona de Asia y es habitual en las últimas competiciones internacionales donde se ha cruzado en varias ocasiones con España. Al no contar con el mejor físico para practicar nuestro deporte focalizan sus esfuerzos en aprovechar un gran lanzamiento exterior que ejecutan con una mecánica a dos manos que es su seña de identidad.
Muchas de esas jugadoras de la selección absoluta han aprendido todo lo que saben en el Okha High School de la ciudad de Nagoya, el centro de formación de baloncesto femenino más prestigioso del país. El maestro «sensei» Inue lleva 30 años al cargo y es una de las figuras más respetadas de Japón con presencia como seleccionador femenino en tres Campeonatos del Mundo. La academia que dirige permite a las jugadoras compaginar sus estudios secundarios con la práctica del baloncesto. En ese tiempo ha logrado la victoria en 57 campeonatos de los casi 90 que han disputado desde su llegada. Sus 26 jugadoras que van desde los 15 a los 18 años entrenan a diario -incluidos fines de semana- más de tres horas con una ética de trabajo que sería impensable imaginar en cualquier otro punto del mundo. Sin que sea necesario que el entrenador esté delante ejecutan una rutina de ejercicios que realizan sin escatimar esfuerzos y que han memorizado al detalle. Porque todos los entrenamientos son iguales. Día tras día perfeccionan los mismos movimientos basados en la repetición y que no dejan espacio a que las jugadoras muestren su creatividad aunque que les dota de los recursos técnicos suficientes para ser las mejores del país.
Las jerarquías dentro del equipo están tan marcadas hasta el punto de implantar normas absurdas como que las integrantes de primer año tienen prohibido beber durante todo el entrenamiento. En Japón está extendida la idea de que las mujeres son muy resistentes aunque eso no impide que se vivan desmayos y situaciones de desfallecimiento cuando la práctica deportiva alcanza su tercera o cuarta hora. Las de último año, que se distinguen por vestir con una camiseta de diferente color que el resto, son las encargadas de ayudar a las novatas y corregirles. Y es que el entrenador apenas interviene y ni siquiera se molesta en señalar las violaciones de reglamento que realizan frecuentemente. Aún así, niñas de todo Japón son reclutadas para estudiar becadas en esta academia, que tiene más fama en el país que la gran mayoría de equipos profesionales. El entrenador español Trifon Poch, con el que acudimos a ver el entrenamiento, nos preguntaba tras vernos cómo nos escandalizábamos… «¿Qué haríais vosotros con estas instalaciones entrenando todos los días de la semana tres horas y con unas jugadoras con esta ética de trabajo?»
Os invitamos a que respondáis vosotros.