Sergio Cubeiro, rompiendo el hielo del baloncesto sueco

Sergio Cubeiro en el pabellón antes del inicio de un entrenamiento de cantera. (Foto: Fernando Gordo)

Si un amigo nos cuenta que se va a entrenar a Eskilstuna más de uno pensaría en Finlandia o incluso en algún pequeño pueblo de Euskadi. 2.700 kilómetros al norte encontramos la verdadera ubicación de esta localidad sueca de casi 65.000 habitantes que está a una hora en tren de Estocolmo y que históricamente fue una de las ciudades industriales más importantes del país escandinavo. Sergio Cubeiro ha sido esta temporada entrenador asistente en el Marín de LEB Plata pero un año antes vivió la experiencia de ser técnico una campaña en el primer equipo del Eskilstuna Basket, que milita en la segunda división de Suecia. Pero, ¿cómo un entrenador gallego nacido en El Ferrol acaba en un país con tan poca tradición en baloncesto?

Terminé allí por medio de Aitor Úriz,un entrenador de Bilbao que me llevó con él durante dos semanas para impartir unas charlas y ayudar a los equipos séniors del club. Después del trabajo allí realizado el club me propuso entrenar al primer equipo la temporada siguiente».

Sergio Cubeiro en un partido dirigiendo al Eskilstuna

Sergio Cubeiro en un partido dirigiendo al Eskilstuna. (Foto: Alexander Standberg – basket24.se)

Así empezó la aventura de este entrenador cuya pasión por el baloncesto ya le había llevado anteriormente a irse de entrenador a la Seu d’Urgell en Cataluña o a Santa Cruz de la Palma. Pasó del calor de la provincia de Tenerife al frío invierno sueco donde la nieve y las temperaturas bajo cero eran compañeros habituales. Buenas instalaciones, libertad para trabajar con el equipo e imponer las ideas que llevaba en mente, pero un baloncesto muy diferente que tratar de moldear y poca afición en las gradas.

Muchos niños ni conocen las estrellas de su liga y tampoco lo promocionan ya que hay deportes que ganan en masa social al basket como el hockey y balonmano».

Únicamente el jugador de Detroit Pistons Jonas Jerebko es algo popular en el país por su condición de NBA. Un pionero en la mejor liga estadounidense que equivaldría a nuestro Fernando Martín y que ha permitido que el baloncesto protagonice alguna que otra página en los medios de comunicación del país. En el nuestro, los nombres de otros jugadores como Eriksson o Hakanson demuestran que el nivel del baloncesto sueco comienza a despuntar. Participaron en el Eurobasket de Eslovenia de 2013 tras diez años ausentes en las grandes competiciones continentales. En la última de 2003, habían sido los anfitriones.

Baloncesto en Suecia. Segio Cubeiro fue entrenador en Eskilstuna Basket

Baloncesto en Suecia. Segio Cubeiro fue entrenador en Eskilstuna Basket (Foto: Alexander Strandberg – basket24.se)

Con Sergio Cubeiro se fueron cuatro jugadores españoles que tuvieron la posibilidad de ir becados un año para mejorar su inglés y poder estar un año 24 horas pensando en baloncesto. Lluis Jacas, Julián Rodríguez, Jairo Blanco y Domingo Sánchez estuvieron a las órdenes de Sergio y compartieron vestuario con algunos de los mejores jugadores locales de la zona. Todos vivían al lado del pabellón, en una zona retirada del centro de la ciudad en viviendas cedidas por el ayuntamiento y donde compartían vecindario con personas de todos los puntos del planeta. Suecos se veían pocos, pero aunque tiempo atrás era un barrio conflictivo, cuando estuvieron ellos la tranquilidad era la nota predominante. Algunos como Julián han hecho carrera allí y han continuado la pasada temporada en clubes como el Helsingborg. Otros españoles también siguieron sus pasos y militaron la pasada temporada en el Eskilstuna como Iván Sáez de Cortazar, Manuel García o Luis García. Pero hasta el momento el único representante de nuestro baloncesto en la primera división fue el leonés Mario Díez que tuvo un breve paso por el Eco Orebro hace un par de campañas.

Una experiencia también única para ellos: la posibilidad de vivir otro baloncesto como protagonistas y comparar las diferencias existentes entre ambos baloncestos.

«En Suecia está muy influenciados por el baloncesto americano. Tienen el físico y técnicamente no son malos jugadores pero tácticamente están por debajo del baloncesto español», nos cuenta Sergio.

Un nivel, el de la segunda división sueca, que podría equipararse al de la Liga EBA española.

Pero no fue el nivel de los jugadores el principal problema para desempeñar su trabajo como entrenador en Suecia. El choque cultural fue muy importante para un entrenador que vive con pasión cada partido y cada sesión de entrenamiento. 

Generalmente en los pabellones tienen la misma frialdad que en el día a día. Me costó adaptarme a esa mentalidad de vida donde la corrección y las formas son tan importantes en todos los aspectos».

La falta de ambición de los jugadores al ser amateurs y tener otras responsabilidades impidió que su experiencia fuera del todo positiva aunque a él le permitiera mejorar su nivel de inglés y evolucionar como entrenador. Detrás quedan muchas anécdotas, sus peleas con los árbitros por no dejarle hablar en español en los partidos o las técnicas recibidas por arengar a sus propios jugadores. 

Da igual que gritara a mi equipo para motivarles, echarles una bronca o protestar al árbitro, el resultado era siempre el mismo. Gritar para ellos es sinónimo de insulto o mala actitud, por no hablar del desconocimiento general del reglamento y de la permisividad con los pasos de salida al estilo estadounidense».

Eskilstuna, ciudad de Suecia cuyo equipo de baloncesto milita en la Segunda División del baloncesto.  (Foto: Fernando Gordo)

Complicado dirigir así un partido para un entrenador que ya ha estado en dos ocasiones en Belgrado para empaparse de la metodología serbia. Desplazamientos largos, climatología aún más extrema que la de su Galicia natal y poco compromiso de ciertos jugadores locales. Vivencias sin embargo que le han permitido seguir disfrutando de un deporte que ha marcado su vida.

El baloncesto para mí en este momento es el centro de todo, cuando decidí dedicarme exclusivamente a esto lo hice con todas las consecuencias, sacrificas muchas cosas pero ganas otras, ya son cuatro años fuera de casa y espero que sean más porque eso querrá decir que puedo seguir entrenando».

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